Colombia

Sin Mover los Labios

julio 28, 2017

Por Camilo Velásquez @caanveru

Tuve la oportunidad hace unos días de ver la película Sin Mover los Labios del director y productor colombiano Carlos Osuna, y decidí esperar un tiempo prudente para digerirla y escribir algunas líneas, como siempre muy desde el punto de vista del  espectador, para Cinemaboutique ¿Por qué esperar? Cuando terminó y rodaron créditos, con la transformación del personaje o con su deformación siendo ésta una forma más técnica para definir lo que ocurrió con él, sentí un vacío extraño, existencial, pues a pesar de ser un viaje que podría definirse como surreal que se desarrolla a través de situaciones socialmente “anormales”; son exageradamente cotidianas y verosímiles y podrían generar identificación en más de uno, pues cada día son más evidentes las ganas de que el mundo siga su rumbo sin la necesidad de mover los labios. Sentí que tiene algo de todos, ese pasivo que observa y que muchas veces prefiere callar, que come porque tiene que comer, que trabaja porque así nos dijeron que debía ser, que gasta sus energías porque no hay de otra, que sabe que si intenta algo, por más que se esfuerce no lo logrará. Es una versión del viaje emocional que todos guardamos para la intimidad, exteriorizado.

Es él, un cuarentón bueno para nada, un tipo miserable que vive con su mamá y que por supuesto la odia, que tiene una suerte relación con una mujer a la que también odia, que tiene como amante a una prostituta subida de peso, que tiene un trabajo por el que no se esfuerza, que no demuestra ninguna motivación porque las cosas cambien, al que nada lo conmueve. Todas las noches alista sus muñecos y va a un bar muy triste en el que presenta sus actos como ventrílocuo, que como era de esperarse, son una fiel extensión de su creador: aburridos, tristes y planos. Sin embargo, el día que su madre fallece de verdad, pues constantemente se hace la muerta esperando que él muestre algo de compasión con ella, el destino hace que algunas cosas cambien, pues uno de sus muñecos, uno que claramente representa a su madre, se convierte en un objeto mágico que le permite liberar algunas de sus emociones en escena, y que atrae público, que con la excusa de ir a ver un nuevo comediante, aprovecha la oportunidad para liberar ese odio cargado contra el mundo insultando como no se podría insultar en la realidad a pesar de querer hacerlo.

En paralelo a la vida del protagonista, que no tiene sentido y va en contra de cualquier estructura en todo el sentido de la palabra; se desarrolla una historia paralela que se ve en los televisores en los diferentes escenarios en los que ocurre la película. Es una telenovela barata que cumple con el principio del amor imposible y miserable entre ricos y pobres, pero que está perfectamente estructurada y que haría parecer que es una historia mucho más anormal que la que se vive en la trama principal, pero que es igual o peor de compleja. Tal vez de eso trata el asunto, de representar lo que somos y lo que proyectamos frente a lo que vemos, y que la línea del absurdo entre la realidad y la ficción es cada vez más delgada.

Lo cierto es que en su proceso de las rutinas, el ascenso social de la mano de una representante que se fija en él y termina siendo su amante; el protagonista, poco a poco, se va desligando de lo que fue durante muchos años, y comienza a hacer metamorfosis hacia un personaje sin motivaciones en el que los vagos recuerdos que le permiten las fotos de su niñez, y lo que le cuentan de su padre, lo despegan del mundo que le tocó vivir.

La película tiene algo muy especial y que se hace enteramente vivencial. Son esos cambios de ritmo desde lo narrativo y desde lo audiovisual. A medida que avanza la trama y que el personaje toma decisiones que lo llevan al abismo, la música, los planos, los movimientos de cámara se hacen más intensos, así como las relaciones que tiene con las personas; y eso se evidencia en el estado emocional del espectador, al final terminé agotado.

No sería posible dejar de lado el encuentro con sus hermanos, con los que no es claro de qué hablan, pero donde se evidencia lo biológico que los une a través de los excesos, esa última escala hacia el cambio definitivo cuando decide simplemente dejarse llevar por lo que el destino le puso en el camino. No es una historia local, es una historia llena de referentes que seguramente cautivará a los que han visto películas de diferentes vanguardias, épocas, y que exploran diferentes estéticas. También es posible que el ama de casa tradicional no la recomiende, pero yo los invito a que si tienen la oportunidad de verla, le presten mucha atención, pues en lo personal, durante mucho tiempo, me dejó sin mover los labios.

País: Colombia
Año: 2015
Director: Carlos Osuna
Elenco: Giancarlo Chiappe,  Álvaro Bayona,  Consuelo Luzardo,  Marcela Benjumea, Carlos Gómez,  Juan Manuel Combariza,  Álvaro Rodríguez,  Margarita Ortega, Germán Quintero,  Tiberio Cruz,  Laura Junco,  Talú Quintero,  Fernando Arév
Duración: 96 minutos
Género: Drama, Comedia

 

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Autor

Camilo Velásquez

Colaborador de Cinemaboutique, es colombiano y Comunicador Social con énfasis en producción audiovisual y Mágister en Escritura de Guión. Ha dedicado su vida profesional a la escritura de series para televisión (La Promesa 2011 – Fugitivos 2013 de CMO Producciones para Caracol Televisión) Proyectos para nuevos medios (De las Mechas 2012 de Aquí no es Producciones); y a la docencia universitaria. Actualmente vive en Montería, capital del departamento de Córdoba en Colombia, en donde está al frente de las comunicaciones de un programa de Cooperación Internacional con víctimas del conflicto armado, en donde además de conocer nuevos retos y realidades a través de las historias que debe contar; alimenta el sueño de escribir por siempre. Twitter: @caanveru

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